jueves, 10 de marzo de 2016

Oda a mi insoportable tristeza


Este post es el resultado de un conjunto de textos muy personales que he escrito desde que regresé de Venezuela hace 2 semanas. Los escribí para mí con la idea de hacer catarsis. Sin embargo, he decidido publicarlos por dos razones. Porque estoy segura que más de uno se ha sentido igual que yo, y por ahí dicen que las tristezas cuando son compartidas se hacen menos pesadas; y como una manera de ayudarme a dar por cerrado y terminado este ciclo de tristeza en el que caí.

Sí, es un texto triste, pero les prometo que ya estoy mejor. 

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Estoy triste.

Lo digo simple y claro a ver si así, plasmándolo, viéndolo ante mi, puedo sacarme del pecho esto que duele tanto. Siento el corazón roto. 
Sí, así de dramático.

Hace 2 días regresé de visitar Venezuela después de 2 años fuera. Viví días muy felices con mi familia, días de cariñoterapia que me llenaron de energía. Gocé de dosis diarias de amor. De amor verdadero. Viví 2 semanas en éxtasis y, como es lógico, ahora me queda la resaca [lo malo del pico más alto de la montaña rusa es que obligatoriamente luego viene la caída].


Nunca he probado las anfetaminas, pero probablemente así deba sentirse alguien luego de haber estado colocado por varios días. Disfrutas del momento y no piensas en lo mal que vas a quedar luego.

Estoy molesta. Mucho

Es difícil aceptar que no puedo estar en dónde quiero estar porque simplemente no puedo. Hay explicaciones lógicas, las entiendo, las comparto, me las explico a mi misma en voz alta una y otra vez. Racionalmente se que estoy haciendo lo correcto, pero igual me molesta. Una parte de mi no lo entiende y tampoco quiere entenderlo. ¿Cómo es que no puedo vivir en donde están mis afectos, dónde crecí, donde aprendí casi todo lo que se hoy, donde me convertí en la persona que soy ahora? ¿Cuándo me cambiaron las reglas? ¿Cuándo me cambiaron, sin avisar, la cinta de la película que estaba haciendo de mi vida que no me di cuenta?

Casi obligatoriamente tuve que renunciar a mis 365 días de verano, a mi playa cualquier día del año, a mis lugares favoritos, a hacer mi vida alrededor de la gente que quiero, a mis ganas de construir un mejor país.
Estoy frustrada.

No puedo creer que un país como el nuestro sea lo que es ahora. Que Venezuela no sea el país grandioso que podría ser me frustra muchísimo. Y sentir que ya no puedo hacer nada para hacerlo posible, me frustra aún más.

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Durante mi estancia en Venezuela, la pregunta fue recurrente: ¿y cómo ves el país? ¿cuál es tu percepción?

Mi respuesta, la misma siempre: "tengo muy pocos días aquí como para emitir una opinión objetiva". Sin embargo hubo 2 cosas que llamaron mi atención. Una fue lo extremadamente caro que está todo, y la otra el humor de la gente. Cada vez que veía a alguien, que me encontraba con amigos o familiares, todos hablaban de lo mismo: la inflación, la inseguridad, la escasez, la política. Lo mal que está el país.

Y quizá fue por eso que muy tristemente durante esas 2 semanas estuve buscando razones que me ayudaran a ratificarme a mi misma que había tomado la mejor decisión. Aunque sea dura. Aunque duela. De manera inconsciente esperaba que todo estuviese peor, esperaba no adaptarme, no sentirme parte de nada. Esperaba que todo me molestara. ¿Y saben que es lo peor? que no fue así.

¿Cosas que vi y no me gustaron? Muchas. 

¿Cosas que no extrañaba? Demasiadas. Como esa paranoia cuando salía de noche, o la sensación de terror cada vez que un motorizado me pasaba por al lado, o esa desconfianza en cada persona que te encuentras en la calle.

Sí, todo está peor. Muchísimo peor. Pero mi país es mi país. No existe un lugar en el que me sienta más cómoda que en casa, a pesar de todo. (Y todos saben que amo Madrid y lo mucho que disfruto vivir aquí.)

Lo malo de haber ido solamente 2 semanas a Venezuela, y específicamente a la boda de mi hermana, es que no me dio tiempo de vivir el desastre. Y digo que es malo porque al no haberlo vivido la separación ha sido peor. Porque luego de 2 años viviendo "tranquila" las cosas malas se me han ido olvidando y esta vez, a diferencia de la vez pasada, no salí harta y cansada del caos diario que viven los venezolanos. 

Lo reconozco. Pasé 2 semanas en Venezuela dentro de una burbuja. No hice colas para comprar comida, no me tocó hacer mercado con un sueldo que no alcanza, no le pagué a ningún bachaquero para conseguir papel toilet, no tuve que buscar un medicamento como loca por todas las farmacias del país... Comí lo que había, no salí en las noches, me bañaba cuando había agua y si no había luz en casa de mis abuelos, me iba a casa de alguno de mis tíos. Me acomodé. Porque por 2 semanas puedes hacerlo sin que te afecte demasiado. Estaba distraída siendo querida. La falta momentánea de insumos no resultó ningún problema.
***

El momento de volver llegó demasiado rápido. Dejar Venezuela por segunda vez fue mucho más difícil que la primera. Hace 2 años estaba ansiosa, emocionada, temerosa pero expectante de lo que iba a encontrarme. Pero esta vez... esta vez fue distinto. Ahora sabía lo que me esperaba. Conocía bien a lo que tenía que enfrentarme con mi regreso. Ya se que volver a Venezuela de vacaciones no es tan sencillo, que los próximos reencuentros tardarán un tiempo y que la vida sin tener a tu familia cerca no es nada fácil. 

Creo que a una parte de mi se le había olvidado lo rico que es estar rodeada de gente que te quiere y se preocupa por ti. Y ojo, no quiero ser ingrata. Aquí tengo gente maravillosa que me acompaña siempre, amigos que se han convertido en mi familia, gente a la que quiero y me quiere. Pero por mucho que queramos y lo intentemos, nunca será igual. Se me había olvidado lo mucho que extrañaba (y extraño, en presente) a los míos. Dejar de nuevo a mis papás, despedirme de mi familia, decirle adiós a mi hermana que ahora parte a Chile, sin saber cuándo volveré a verla, fue muy difícil.

***

Mi llegada a España fue muy dura. La soledad y mi realidad me cachetearon cuando llegué a Barajas y no había abrazos de bienvenida ni nadie esperando para decirme lo mucho que me había extrañado. Un silencio aturdidor, llamándome a reaccionar, me sorprendió cuando llegué a casa. Son esos los momentos en los que te das cuenta que al final, en este camino tortuoso que es emigrar, estás solo contigo y nada más contigo.

El regreso a la rutina no ha sido sencillo. La burbuja en la que había estado viviendo los últimos meses se rompió. Me ha tocado enfrentarme a muchos cambios y ha sido momento de asumir cosas que había dejado pendientes "para cuando vuelva de Venezuela". Días de papeleos, trámites, buscarme la vida y resolver; aunado a este remolino de emociones que me tienen agotada. Nadie dijo que emigrar sería fácil, pero nunca estamos preparados para la parte difícil.

Estoy triste. Y escribo todo esto porque necesito decirlo. Porque necesito sacarlo. Porque necesito superarlo. No quiero consejos del tipo: "allá (o aquí) estás mejor, esto se supera, fíjate en lo bueno que tienes a tu alrededor, mira la suerte que tienes, esta fue tu elección, ve el lado positivo". 

Sí, todo eso lo se. Lo veo. No se me olvida. Pero esta vez debo gritar lo que siento. Gritar para pasar la página y poder decirle adiós a esta insoportable tristeza.

6 comentarios:

  1. Vaneeeee, como siempre es un placer leerte, hacernos partìcipes de tu sentìr, bien sea de tus alegrias como de tus tristezas como en este caso, y no saber que decirte para que te sientas mejor, es de lo mas frustante. Tu paìs, mi paìs va de mal en peor, acabo de leer que nuestro bello Teatro Teresa Carreño , uno de los Complejos Culturales mas importantes de Amèrica Latina y el mayor de Venezuela , cuya importancia es ignorada por el Gobierno, sus espacios abiertos fueron convertidos en una venta de verduras y huevos, mayor tristeza , imposible. Mejor ha sido que no hayas tenido la necesidad de vivir el dia a dìa de los venezolanos, pues estarìas mas triste, mas deprimida y te costarìa mas salir de ella. Por otro lado me alegra que estas dos semmanas haya sido de cariñoterapia, abrazoterapia de familia y amigos y lamento no haber tenido la oportunidad de saludarte. Recibe un abrazote super cariñoso y ojalà cuando vuelvas estemos aunque sea un poquitoo mejor, porque para estar bien debe pasar muuuucho tiiempo, claro està eso sucederà el dìa que salgamos de estas lacras, de esta epidemia que nos ha caido, el dìa que actuemos valiientemente y nos decidamoos a tomar la calle .

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  2. Vane, un abrazo muy muy fuerte, que sincera eres al expresarte, quien sabe que nos prepara el destino , allá, aquí, mientras estas tomando lo mejor para formarte, lo que se es que el futuro te sorprenderá y solo así al volver la vista atrás sabrás atar los hilos de tu formación , claro en retrospectiva es mas fácil, pero sabes ahora estas viviendo el propio punto de inicio de una gran mujer, te amo mucho. Tu papa no verdadero enano.

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  3. Hola Vanessa, me encantó este artículo, mas que todo por la forma tan cándida, sencilla y transparente como describes una situación tan compleja y paradójica. Tu escrito no tiene desperdicio, pero si me viese forzado a escoger solo una frase para llevarmela en mis recuerdos, esta sería: "Estaba distraída siendo querida.". ¡Qué belleza!, !que privilegio!. Gracias por compartirlo.

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  4. Hola vane, desde la tristeza me haz inspirado, también dejaré estar tierra caliente muy pronto pero tu post me ha llegado, es lo mejor que puedo hacer por amor a los míos; allá tendré mejores oportunidades de ayudarlos a ellos y a mi misma. Gracias .Besos .Verónica Gamero .

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  5. Hola Vane. No te conozco pero soy otra venezolana en Madrid y sólo quería decir que leyendo éste post he sentido como si lo hubiese escrito yo. Gracias por expresar el sentir de muchos. Que ganas tengo de unas semanas de cariño terapia !!! Un abrazo

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  6. Tengo un mes en Madrid el día de hoy. Y me he puesto a escribir desde el día que salí de Venezuela. Y aunque cualquier país suela ser maravilloso para vivir, ningún país tendrá nuestro hogar, ese que dejamos con personas que nos aman y también nos extrañan, la gente que conoce nuestro pasado, esas calles y lugares llenos de nuestros recuerdos. Emigrar es algo más. Y duele demasiado, es un dueño sin duda alguna y todos los días tratamos de convertir el dolor en fortaleza para soportar estar lejos y sabiendo todas las carencias que hay en nuestro amado y adorado país. Solo queda pensar que desde aquí podemos ayudar más, y algún día todo pasará y podremos regresar a nuestro terruño sin perder nuestra identidad, lo que somos, lo que nos identifica, entre tantas cosas Lo único que tenemos allá y en más ningún lado.. El amor de nuestra familia.

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