"Saber decir adiós es crecer..."
Cerati
Odio los adioses. Pero de alguna u otra forma siempre he estado relacionada con ellos.
Quizá la responsabilidad la tienen mis papás, que con el objetivo de hacerme independiente y fuerte, me dejaban ir sola con mis tíos a casa de mis abuelos, en Mérida, con tan solo 2 años de edad. Y yo, me despedía con la mano y ni lloraba.
Así transcurrieron mi niñez y adolescencia. Un mes entero de vacaciones en casa de los abuelos; otro en casa de los tíos. Y aunque muy protegida y cuidada, nunca fui parte del club de niñas que jamás se alejaba de sus papás.