Es
demasiado difícil no sentir rabia. O quizá sea tristeza. O una inmensa
frustración e impotencia al saber que no puedes hacer nada. Es difícil
describir lo que se siente, es una mezcla de todo. Eso que sentimos los
venezolanos cuando vemos nuestros esfuerzos tirados en la papelera. La más dura
y pura FRUSTRA-CHERA.
Todo
comenzó hace 2 semanas, un sábado igual que ayer. Ese día decidimos realizar la
primera actividad de lo que llamaríamos "Intervenciones artísticas contra
la violencia". Ésta formaba parte de #NoTeEngoriles, una campaña contra la
violencia en Caracas en la que vengo trabajando desde hace casi un año. A las
9am nos encontramos en la avenida principal de Bello Campo en Chacao. Yo estaba
medio enferma, y a pesar de todo decidí ir. La actividad prometía.
El
artista Luis Bonilla del grupo "Fe Caracas" fue nuestro aliado
principal, y quien estuvo trabajando desde hacía varias semanas en la propuesta
artística que plasmaríamos ese día. Se trató de un mural con el cual enviamos
un mensaje en contra de todos aquellos que deciden recurrir a la violencia como
forma de vida. Un mural para decirle a los engorilados que no queremos que
sigan arruinando nuestra ciudad y en el cual les pedíamos ser más amables,
decir gracias, por favor y que pensaran antes de hablar. Un mural con el cual les
pedimos pelear menos y sonreír más.
Luego
de casi 4 horas de montaje, este fue el resultado:
Más
allá de lo que pueda significar este hecho. Más allá de que el presidente se
tomé cualquier campaña en contra de la violencia de forma tan personal, como si
fuese una campaña en contra de él. Más allá de que el Gobierno siempre pretenda
tapar y disfrazar de cualquier forma el problema de la violencia; esto me hizo
reflexionar acerca del poco respeto que tenemos los venezolanos por el
otro.
Cuando
formas parte de una campaña que va en contra de la violencia; que promueve la
tolerancia ante las diferencias del otro y te pasan cosas como estas, te
preguntas ¿cómo puedo no engorilarme? Y entonces recordé las palabras que le
escuché decir al escritor Héctor Torres en una tertulia sobre Caracas: "no
promovamos la tolerancia, promovamos el respeto. Por ser tan tolerantes es que
somos tan violentos".
Eso
de "mis derechos terminan donde comienzan los tuyos" aquí hace tiempo
que se dejó de aplicar. En este país no existen límites. Le toco la corneta al
otro porque no avanza rápido cuando el semáforo cambia y yo estoy apurado. Me
coleo en el banco/metro/supermercado/tráfico porque yo debo llegar primero.
Escucho en el metro/camioneta/mi carro la música a todo volumen porque yo tengo
derecho a escucharla y los demás tienen que calársela. Boto la basura donde me
provoca. O mato al otro porque tiene algo que yo quiero. Siempre
exigiendo mis derechos, siempre pensando en mi pero nunca en los demás. Quizá
les parezca exagerado, pero respetar el espacio del otro es tan importante como
respetarle la vida.
¡NO! Esta
vez no quiero ser tolerante. No puedo ser tolerante cuando mis derechos son
vulnerados y mi esfuerzo es pisoteado. Cuando nuestro trabajo y dinero es
empapelado con la cara de un presidente que prefiere burlarse de nosotros antes
que resolver nuestros problemas. Esta vez exigiré respeto y haré valer
mis derechos. Si queremos una ciudad menos violenta, no podemos ser cómplices
de lo que otros hacen en contra nuestra. Y no podemos ser nosotros los que
irrespetemos los derechos de los demás.
Entonces
sí, #noteengoriles pero tampoco permitas que otro pisotee lo que es tuyo. #Noteengoriles
pero exige respeto, señala a quien abusa, a quién es violento. No exijamos
tolerancia, exijamos respeto. Ya basta.
Hay un camino...
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